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CONSORCIOS MICROBIANOS, LA TECNOLOGÍA QUE VIENE

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A estas alturas de la ciencia podemos asegurar que una de las principales causas del deterioro de los suelos agrícolas es la alteración de su calidad biológica debido a manejos inadecuados y con ello el incremento de plagas y enfermedades y la disminución de la fertilidad. Es por eso que desarrollamos una tecnología orientada a recomponerlos: la bio-regeneración edáfica, basada en el aumento de la diversidad biótica a través de la incorporación de consorcios microbianos al sistema suelo-planta, principalmente.

El suelo un ser vivo

Existen muchas maneras de definir el suelo agrícola, pero creemos que la más apropiada tiene que ver con su funcionalidad y, en este sentido, se puede decir que el suelo funciona como un organismo vivo. Posee una parte mineral que le confiere estructura y una parte orgánica que excede por lejos a la materia orgánica (MO) tan difundida, aunque tan poco conocida realmente, formada por verdaderas células: los microorganismos, reunidos en colonias y estos en consorcios dentro de mega-comunidades. Se podría decir que los consorcios son la menor “unidad funcional” de un suelo que hacen que un suelo tenga uno u otro comportamiento.

Si bien cada colonia microbiana tiene una función principal bien específica -por ejemplo: solubilizar fósforo, degradar la lignina, fijar nitrógeno, producir humus, construir poros, etc.- jamás lo hacen solas, siempre están relacionadas con otras colonias con las cuales interactúan: ¡ un verdadero trabajo en equipo ! Vale decir que, si una colonia se viera afectada por algún evento externo, se afectaría a todo el consorcio microbiano provocando una alteración funcional.

Algo similar sucede con cualquier organismo animal o vegetal: cuando se daña un órgano, se afecta a todo el cuerpo.

Es por eso que cualquier perturbación que haya en una parte del suelo va a repercutir en el resto del área. Y comprender esto es fundamental para entender por qué se dan ciertos problemas de manera generalizada en campos que parecieran no tener relación entre sí.

“Calidad” cuando hablamos del suelo

¡Un gramo de suelo agrícola de buena calidad puede contener más microorganismos que todos los seres humanos que hay en el planeta Tierra!, y en ese mismo gramo pueden haber hasta un millón de seres diferentes. Y cada “tipo” microbiano aporta al sistema un elemento diferente, lo que significa que cuantos más microbios haya y cuanto más diversa sea esa comunidad, más cantidad y diversidad de nutrientes va a contener ese suelo.

Es importante aclarar que el término nutrientes no se refiere sólo a los llamados macro y micro nutrientes como N (nitrógeno), P (fósforo), K (potasio), etc., sino a moléculas más complejas como ácidos húmicos, vitaminas, antioxidantes, aminoácidos, enzimas, hormonas, ácido jasmónico, etc., que son los que hacen que el suelo sea una gigantesca usina de sustancias esenciales para la vida de las plantas y, con ello, para todos los seres vivos del planeta.

Cuando vemos que los microorganismos son los responsables de construir poros, fabricar humus, fijar nitrógeno del aire, producir sustancias nutritivas de todo tipo y activar el sistema de defensas de la planta, entre otros “detalles”, es cuanto comenzamos a tomar conciencia de la dimensión que tiene el tema microbiano y el impacto que ello genera sobre las plantas.

Entonces, la pregunta clave que nos debemos hacer es: ¿cuán “vivo” está nuestro suelo? La respuesta es la que nos va a decir cuán vigoroso y saludable va a ser nuestro cultivo. Por eso es que cuando hablamos de calidad edáfica no podemos de obviar este punto. Se podría definir a la calidad edáfica en función de la cantidad y diversidad microbiana que contiene.

¿Cómo se mide esa calidad?

Lamentablemente no están desarrollados aun masivamente los métodos para medir el nivel de actividad biológica, ya que esa sería una manera de tener un parámetro de calidad real del suelo.

En Argentina estamos trabajando con una técnica cromatográfica relativamente sencilla, económica y eficaz, para poder tener un panorama cualitativo general de la calidad biológica del suelo.

Con ella podemos visualizar también el grado de humificación, el estado de agregación y el nivel de degradación del suelo, entre otros parámetros de calidad.


Ejemplo en un cultivo de trigo

Testigo Tratamiento BIO Testigo Tratamiento BIO Variación
Calidad de grano (proteína bruta) 11 % 13 % 1.400 $/tn 1.500 $/tn 7,0 %
Rinde 2.500 Kg/ha 2.600 Kg/ha 3.500 $/ha 3.500 $/ha 12,0 %
Sanidad 4 aplicaciones 2 aplicaciones 184 /ha 106 /ha -42,0 %
Fertilización 601 $/ha 605 %/ha 6.01 $ 6.05 $ +0,6 %
Flete 30 $/ha 15 $/ha 300 $ 150 $ -50,0 %
Margen bruto +25,8 %

En el cuadro se muestra un ejemplo real de lo que sucede cuando se aplica esta nueva tecnología BIO.

Como se puede apreciar, en la primera campaña ya se empiezan a visualizar las mejoras en el rinde, en la calidad proteínica del grano y en la baja cantidad de aplicaciones de plaguicidas y fertilizantes, pero todo esto sin aumentar los costos de producción, los que irán descendiendo desde el segundo año.

Cuando se evalúa económicamente la sumatoria de mejoras, se ve claramente el aumento de la relación costo-beneficio; o sea: mayor margen por peso invertido.

Esto se logra gracias al efecto sinérgico que generan los consorcios microbianos “regados” sobre el suelo y pulverizados sobre la planta, combinados con distintas sustancias orgánicas líquidas de muy fácil aplicación para el productor.

Nuestro mayor esfuerzo está en facilitarle las cosas para que no necesite ningún tipo de maquinaria ni capacitación especial para usar esta tecnología. Aunque lo que sí exigimos es que se sigan al pie de la letra los protocolos que cada uno de nuestros técnicos zonales le indique porque son tratamientos “a medida” para cada suelo, cada clima y cada cultivo en particular.


Cómo lograr un mejor suelo sin tener que acudir a mayores costos

El típico error de productores y técnicos es creer que fertilizando va a compensar lo que le falta al suelo. Lo que se debe hacer es aumentar la fertilidad natural del suelo para evitar tener que fertilizar de la manera que se hace.

Venimos trabajando desde hace cuatro años en Argentina con nuevas tecnologías basadas en la mejora biológica del suelo, demostrando que se puede mejorar el rinde, la calidad de lo producido y la sanidad, al mismo tiempo de ir aumentando cada año la relación costo beneficio haciendo sustentable la producción y el negocio agropecuario.

Nos enfocamos en mejorar el suelo y no en la planta, ya que “en un suelo sano, la planta es sana” (Albert Howard 1940). Para ello aplicamos al suelo consorcios microbianos y no colonias sueltas de microorganismos, ya que, como dijimos, es la manera en que funciona la naturaleza. Incorporamos otros tipos de insumos complementarios para crear un ambiente favorable para el desarrollo microbiano y con ello para la planta.

El mejor negocio del productor no está en lograr productividades extremas sino las que sean suficientemente altas como para no dañar al suelo. ¿De qué le sirve desgastar el suelo al extremo si cada vez le va a costar más recuperarlo? Es como pretender que un atleta entrene más horas de las que el cuerpo le da; seguro que va a correr más rápido, pero en poco tiempo no va a poder correr más.

Este es el secreto de la sustentabilidad: hacer producir el máximo potencial que no afecte negativamente al suelo. Y esto es lo que hacemos: lograr que el cultivo trabaje con el menor estrés posible, haciendo que la planta optimice todos sus recursos y pueda llegar más cerca de su potencial genético. Los cultivos así tratados requieren de fertilizantes y plaguicidas, pero en una escala sensiblemente inferior a la usual, con costos, obviamente, menores también.


Causas que llevan a una disminución de la calidad

Sin lugar a dudas la agricultura tal cual la venimos practicando desde hace un siglo tiene más desaciertos que aciertos, aunque obvio que hay excepciones.

Para ser concretos, existen varias acciones humanas que alteran ese delicado ecosistema microbiano y que terminan generando degradación de los suelos en distintos grados. Entre las principales podemos mencionar:

  • El arado del suelo:
    Son varios los motivos, pero uno de los más relevantes es que los microorganismos aerobios benéficos que estaban en la parte superficial del suelo son enterrados y muertos dejando la parte “no viva” al descubierto al dar vuelta el pan de tierra.
  • La utilización de fertilizantes y plaguicidas de síntesis:
    Todas las sustancias de síntesis modifican en mayor o menor medida las proporciones y las cantidades de microorganismos, alterando el equilibrio original con diferentes consecuencias. Un ejemplo de ello es la disminución de la micorrización que se produce a medida que se adiciona más fósforo disponible al suelo. Otra es el control de microorganismos celulolíticos y ligninolíticos que se produce con la aplicación de ciertos herbicidas de uso corriente.
    Y uno podría decir, prefiero usar un fertilizante fosfatado aunque elimine algunos hongos micorrícicos porque es más importante tener una “buena” cosecha a que sobrevivan unos pocos millones de hongos benéficos... Pero lo que no tienen en cuenta es que esas micorrizas no funcionan solas, sino como se mencionara, conviven en forma de consorcio junto a otros miles de millones de seres que también se verán afectados.
    El mejor ejemplo es el de un equipo de fútbol: si expulsan a Messi en el Barcelona, seguramente el equipo se va a resentir.
    Si uno elimina las micorrizas va a hacer que deba utilizar cada vez más fertilizantes fosfatados, pero con el agravante que ese fósforo no va a poder ser suficientemente solubilizado y se bloqueará y perderá por diversos motivos, que son largos de explicar en esta nota.
    A partir de una serie de alteraciones concatenadas, la planta termina con un determinado nivel de estrés que la transforma en un blanco perfecto para el desarrollo de plagas y enfermedades que llevan a la necesidad de plaguicidas cerrando el círculo vicioso de la agricultura moderna.
  • El suelo desnudo:
    Al no haber plantas, la actividad biológica del suelo disminuye al mínimo, con el riesgo de muerte de muchos microorganismos. Esto baja sensiblemente los millones de procesos bioquímicos, entre los que se encuentra la esencial producción de humus que es el que hace que el suelo pueda retener agua y nutrientes, que amortigüe las temperaturas del suelo, que evite la salinización, le erosión y la compactación,entre otros.
  • El monocultivo:
    Cuando uno siembra miles de hectáreas con una misma especie la diversidad microbiana disminuye peligrosamente haciendo que hayan muchos microorganismos de unas pocas especies en vez de pocos microorganismos de muchas especies, como sería lo deseable.
    Esto, en criollo, se denomina “plagas” de microorganismos, lo que trae aparejadas consecuencias nefastas en muchos casos donde, no sólo se siembra así, sino que se lo hace repetidas veces en el tiempo; lo que nosotros denominamos monocultivo “al cuadrado”por la repetición.
    Como es de esperar, las pocas especies microbianas se hacen cada vez más dominantes haciendo que el equilibrio se rompa dando paso al estrés del cultivo y con ello a las enfermedades y plagas.
    Por eso recomendamos no hacer grandes extensiones de una misma especie o cultivar, además de las rotaciones.

Cromograma

Saber cuánto nitrógeno o cuánto fósforo hay disponible para el cultivo es una información poco relevante cuando se comprende que son los microorganismos los que aportan el mayor volumen de nutrientes. Son ellos los grandes transformadores de todo lo que llegue al suelo para que lo puedan tomar las plantas. Se podría decir que uno no fertiliza las plantas sino los microorganismos.

Esta tecnología para medir la actividad biológica nos da la posibilidad de ver lo que hasta ahora era invisible y con ello poder tomar mejores decisiones de manejo y de optimización de insumos.

Hoy saber el porcentaje de materia orgánica (MO) tampoco es un dato que nos diga demasiado; lo importante es saber cuán mineralizada y humificada está esa materia.


Autor: Ing. Agr. Carlos Abecasis (Director técnico en Fidelity Security S.A.)


Otros datos: Artículo publicado en El Tribuno CAMPO, Salta, el 16/12/2013 (Ver nota original: Parte01 Parte02)